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Capitulo 1. Tras el mostrador

Hemos recorrido un camino de más de 30 años llenos de experiencias, aprendizajes y, sobre todo, mucha pasión por lo que hacemos. Ahora queremos mirar por el espejo retrovisor por un momento, explorar nuestra historia y compartir los momentos más destacados con ustedes.

Profesionalismo, Familia, Curiosidad, Comunidad, Visión… Todas esas palabras (y más) hacen parte del relato Formex. Durante tres generaciones, la empresa se ha abierto al mundo y ha evolucionado. Por eso, en tres entregas les contaremos cuál ha sido el trayecto para llegar hasta el día de hoy.

Revisemos juntos el pasado, para mirar hacia el futuro.

Pacho Vélez: un legado de conocimiento y servicio

Pacho Vélez: un legado de conocimiento y servicio

Formex, como tal, fue fundada en 1987. Pero su origen es muy anterior y tiene nombre propio: Francisco Vélez. Pacho, para los amigos.

Curioso, autodidacta, carismático y de un temperamento fuerte y rebelde; Pacho Vélez cultivó un profundo conocimiento sobre tecnología que, con el tiempo, lo convirtió en un referente en el área de la refrigeración. Pero su gran saber técnico era solamente una parte de su magnetismo.

“Era espontáneo y transparente. Era un libro abierto”,

cuenta Julio Vélez, hijo de Pacho y consultor gerencial de Formex. Tenía una manera particular de tratar a la gente y de  manejar cada situación. Por eso le tenían cariño los trabajadores, los vecinos, los clientes, los proveedores… Eso no lo tienen los libros, no lo da la educación. Eso es natural, nace con cada persona. Y esa fue la semillita, el éxito que él le legó a la compañía. Todo lo que estás viendo ahora, es el resultado de ese cariño.

Su legado sigue vigente hasta hoy porque, en su momento, compartió todo su conocimiento con muchos colegas y aprendices. Gracias a esto se formaron nuevos profesionales que crecieron a la par con Formex o crearon sus propias empresas. Además, tras el mostrador, también era generoso con su tiempo y atención. “Lo buscaban por su manera de ser, porque no solamente hablaba de refrigeración. También discutía de política, de agricultura, entre otros temas. Era un tipo que leía muchísimo y era buen conversador. Eso le permitía tener ventas”, recuerda Julio.

Su manera de ser generaba credibilidad y confianza. Y eso dio las bases para el emocionante camino que vendría después.

Antes de Formex, ¿qué pasó?

Formex empieza en la mente de mi padre cuando yo tenía, más o menos, 12 años.

Él siempre quiso tener un almacén. Donde vivíamos tenía su taller y allí tenía algunos artículos que le vendía a los mecánicos y a amigos. Pero por ser dadivoso fiaba y, definitivamente, lo recogieron varias veces. Pero él seguía insistiendo, recuerda Julio.

Después de insistir varias veces, llegó el momento de vender artículos fuera de su taller. Para cumplir este objetivo hizo una alianza con don Jairo, dueño de la Salsamentaria La Vendimia, ubicada en Maturín con Palacé. Sobre este momento, Julio comenta: Allá vendía lo básico: refrigerantes, relay térmicos, capacitores. Esto transcurrió más o menos a mediados de los setenta.

“En la década de los 80 nos asociamos con un primo llamado Julio Toro y su esposa Judith Ortega y montamos Frío Repuestos Toro Vélez y Cía”,

rememora Julio; quien también comenta que, en esta etapa, hubo un importante aprendizaje de cómo se debía llevar una empresa. Esta sociedad funcionó más o menos durante ocho años. Luego los caminos tomaron rumbos diferentes, pero no se puede desconocer su importancia.

1987, el año definitivo

1987, el año definitivo

En 1987 Julio y su esposa Ana, quien ahora es Gerente Financiera de la compañía, se unieron de lleno al equipo y se fundó Formex.La marca nació con la idea de vender exclusivamente alambres esmaltados tipo Formex, de ahí surgió el nombre, explica Julio. Sin embargo, pronto empezaron a ofrecer otras soluciones de refrigeración y comenzó el camino de la empresa tal cual la conocemos.

“Mucha gente creyó en nosotros y nos apoyaron, definitivamente. Y lentamente la empresa se fue consolidando”, concluye Julio. Y hasta el día de hoy el espíritu de generosidad y servicio de Pacho Vélez permanece en Formex. 

Capítulo 2. El posicionamiento

En la primera parte de este relato, hablamos sobre los antecedentes y orígenes de Formex, y sobre el legado de conocimiento y servicio que su fundador, Pacho Vélez, transmitió a los clientes, a su familia y a cada una de las personas de la compañía.

Ese legado sigue vigente y, además, abrió de par en par las puertas a nuevas oportunidades y otros conocimientos.

Continuando con la narración justo donde la dejamos, después de varias experiencias previas que marcaron un norte más claro y propiciaron muchos aprendizajes, Formex comenzó su historia en 1987. “Empezamos trabajando en un punto de venta a nombre de María Lillyan Castañeda, mi madre, que se llamaba Almacén Formex, con la idea de vender únicamente alambres esmaltados tipo formex, por eso el nombre”, cuenta Julio Vélez, hijo de Pacho y actual consultor gerencial de la compañía.

INTERTÍTULO: Complemento perfecto

Sin embargo, al inicio fue necesario remar a contracorriente porque, según cuenta Julio, al empezar con la empresa tenían un déficit económico importante. Sin embargo, la confianza en el proyecto era total y, con un préstamo de la Caja Agraria, consiguieron sortear ese impasse económico y se pusieron manos a la obra.

Después del primer año, vieron la necesidad de ampliar el portafolio de productos y comenzaron a vender refrigeración. “Importamos productos y el almacén empezó a crecer tanto que tuve que dejar mi otro empleo en ingeniería y enfocarme más en el almacén”, recuerda Julio.

Este es el punto de inflexión donde la mentalidad dentro de Formex comienza a transformarse. Por un lado, Pacho Vélez y su cercanía y conocimiento hacían la diferencia tras el mostrador. La ecuación la completaba Julio, quien venía con energía, deseos de innovación y un impulso irrefrenable de expansión. El complemento perfecto.

INTERTÍTULO: La impronta de Julio

“Siempre trabajamos con confianza y libertad”, asegura Julio sobre la relación laboral con Pacho. “La manera de ser de mi padre capturaba proveedores. La gente creía en él y siempre fue un embajador y, por otro lado, él admiraba lo arriesgado que yo era y cómo manejaba los bancos. Teníamos muy claro que entre mi esposa y yo manejábamos la parte administrativa y él estaba en el mostrador”.

Julio entendió, desde el principio, que para expandir el alcance del negocio había que tomar riesgos. “En los noventa me fui con mi hija, mi madre y 10 mil dólares a los Estados Unidos a buscar proveedores y abrir camino. Mi idea era cambiar el esquema para no comprar localmente, sino importar directamente y minimizar intermediación para ser más competitivos”.

Ese fue un viaje visionario, tuvo algo de colonización y resume muy bien el sello que Julio Vélez quiso imprimir a Formex de ahí en adelante. Una visión estructurada de hacia dónde debía ir el negocio mezclada con una sana y bien encaminada ambición.

Una familia trabajando incansablemente

INTERTÍTULO: Una familia trabajando incansablemente

El crecimiento trae nuevos retos, claro está. Y para poder hacerlo realidad, cada integrante de la empresa tenía que dar el 100% y un poquito más. En este caso, la ventaja es que la energía de la familia estaba orientada en un solo objetivo: el crecimiento de Formex.

Este momento coincide con la incorporación definitiva al equipo de Ana María Robledo, la esposa de Julio y actual Gerente Financiera. “En esa época, Formex era un negocio familiar donde trabajábamos todos”, rememora Julio. “En ese momento mi esposa quedó en embarazo, decidió dejar su trabajo en EPM y tuvimos la posibilidad de que comenzara a trabajar por las mañanas con nosotros”.

“Julio tenía muy clara la meta a seguir”, afirma Ana. “Contamos con la confianza y el apoyo de mucha gente y, entre todos, realizamos una labor incansable. Estábamos en crecimiento constante, Hacíamos contabilidad, éramos vendedores, bodegueros, descargábamos contenedores juntos; hacíamos de todo. A veces nos agarraban los 24 y 31 de diciembre trabajando o estábamos hasta las 11, 12 de la noche”. Pero todo el trabajo y la constancia rindieron sus frutos.

“Formex nos dio todo lo que tenemos”, concluye Julio. Ese sentido profundo de pertenencia y propósito ha sido una larga construcción y se ha extendido a la siguiente generación. Ahora la antorcha y el liderazgo lo ha tomado Sebastián, hijo de Julio.

En el tercer capítulo exploraremos el presente de Formex y, más importante aún, daremos una mirada hacia el futuro.

Y recuerda: si piensas en soluciones de refrigeración y aires acondicionados, ¡piensas en Formex!

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